Antecedentes de la clonación
La idea
de utilizar una técnica de transferencia de núcleos en embriología experimental
se remonta al año 1938, cuando Spemann propuso esta técnica para estudiar el
papel relativo que el núcleo y el itoplasma juegan en el control de los
primeros momentos del desarrollo embrionario.
Debieron
pasar muchos años hasta que la hipótesis de Spemann se verificara, por primera
vez, en anfibios. Los resultados positivos obtenidos en anfibios, tanto con
núcleos de células embrionarias no diferenciadas (1952) como de células
diferenciadas (1960), estimularon las investigaciones posteriores en mamíferos
de laboratorio (ratón) y de granja (oveja, vaca y cabra).
La
historia de la clonación por transferencia de núcleo en mamíferos ha pasado
alternativamente por épocas de luces y de sombras. Así, a pesar del aparente
éxito inicial obtenido a principios de la década de los ochenta, con la
obtención de ratones clónicos por transferencia de núcleos de células
embrionarias no diferenciadas, los resultados negativos mostrados en
investigaciones posteriores llevaron a asegurar a McGrath y Solter que "la
clonación en mamíferos por simple transferencia nuclear es biológicamente
imposible". No obstante, apenas unos años más tarde, se obtenían
individuos clónicos por transferencia de núcleos de células embrionarias no
diferenciadas en ganado ovino (1986) y vacuno (1987, 1994).
En 1996
se produjeron varios avances fundamentales en las técnicas empleadas en los
trabajos sobre clonación: en primer lugar, se utilizaron, para la transferencia
nuclear, células embrionarias indiferenciadas mantenidas en cultivo durante
varios repicados celulares y, en segundo lugar, las células en cultivo fueron
inducidas a un estado quiescente capaz de facilitar la reprogramación genética
del núcleo.
La
aplicación de ambas técnicas en células diferenciadas llevó, al grupo que
dirige el doctor Ian Wilmut en el Roslin Institutede Edimburgo, a la
comunicación pública, en 1997, del nacimiento de la oveja Dolly: el primer
mamífero clonado a partir de una célula diferenciada adulta. El mismo grupo
obtuvo, este mismo año de 1997, ovejas clónicas transgénicas a partir de fibroblastos
fetales
En 1998,
las técnicas de clonación en mamíferos quedaron validadas y ratificadas con la
obtención, también a partir de células adultas, de ratones y bovinos clónicos.
Por último, en 1999, se anunció la obtención de cabras clónicas, capaces de
expresar en su leche antitrombina III humana, a partir de células somáticas
fetales transgénicas.
Con todo,
fue el éxito obtenido en ratón —la especie biológica experimental modelo para
el estudio del desarrollo en mamíferos— el que llevó al propio doctor Solter,
como representante cualificado de la comunidad científica, a decir "Dolly
ya no está sola". Todo ello ha llevado a aceptar que la clonación puede
ser técnicamente posible en la especie humana.
¿Para qué serviría la clonación
en animales?
1. Unir la
ingeniería genética con la clonación, así una vez que se haya obtenido un
animal transgénico interesante (por ejemplo, ovejas o vacas que en su leche
secretan sustancias terapéuticas determinadas por un gen introducido
previamente), ese individuo serviría de "molde" para generar varios
ejemplares clónicos.
2. Otra
aplicación (más en la línea de la ganadería tradicional) sería asegurar copias
de un ejemplar que haya mostrado buenos rendimientos (en carne, en leche,
etc.). La clonación evitaría que su buena combinación de genes (su genotipo) se
"diluyera" al cruzarlo sexualmente con otro. Sin embargo, mientras el
costo de la técnica sea elevado, no estará al alcance de las explotaciones
ganaderas convencionales. Pero además habría que tener mucha precaución con la
amenaza de pérdida de diversidad genética de la cabaña ganadera, ya que si se
impusiera este método, se tendería a la uniformidad (una tendencia ya presente
en la agricultura y ganadería actuales).
3. Se ha
hablado igualmente de que la clonación podría representar la salvación "in
extremis" de ciertas especies silvestres amenazadas de extinción y
difíciles de criar en cautividad. Pero si se llega a este caso, sería el triste
reconocimiento de nuestro fracaso de conservarlas por medios más simples y
naturales. Además, lo más probable es que, debido a que la clonación no aporta diversidad genética, la especie estuviera abocada de todas formas a la "muerte genética", condenada quizás a vivir en zoológicos o en condiciones altamente artificiales, casi como piezas de un museo viviente. En todo caso, la FAO calcula que alrededor del treinta por ciento de las variedades pecuarias —unas 1.500— corren peligro o están en la lista crítica. La mayor parte de estas variedades están en países en desarrollo y menos de 100 de éstas están actualmente en programas de conservación.
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